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ENFERMEDADES PELIGROSAS

Mononucleosis infecciosa: todo lo que debes saber

Mononucleosis infecciosa: todo lo que debes saber
Mercedes Benito Alfonso
Última actualización: 7 Mayo 2019
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Seguramente hayas oído hablar de la enfermedad del beso, te contamos más sobre esta infección vírica.

Se trata de una infección ocasionada por un virus que cursa principalmente con fiebre, dolor de garganta e inflamación de los ganglios linfáticos del cuello. Conocida vulgarmente como la enfermedad del beso, debe ese nombre a que el principal medio de propagación sea la saliva. Es común que aparezca en niños y adolescentes, y aunque no reviste de gravedad en la mayoría de los casos, puede haber excepciones que requieran mayor atención médica. ¿Cómo se transmite la mononucleosis infecciosa? ¿Se puede prevenir? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Y el tratamiento? Te damos respuesta a todas estas preguntas y a más interrogantes que te puedan surgir sobre la mononucleosis e incluso te contamos algunas curiosidades de esta enfermedad de nombre tan romántico.

La mononucleosis o enfermedad del beso

Se trata de una enfermedad infecciosa producida en la mayoría de los casos por el virus de Epstein-Barr, un pequeño porcentaje lo producen otros citomegalovirus. Esta enfermedad se transmite principalmente por la boca, especialmente la saliva, donde reside el virus. Es por esta característica que comúnmente se denomina a esta infección, la enfermedad del beso, pues es frecuente que el contagio se produzca al tener contacto con la saliva de la persona infectada, por medio de besos, utensilios impregnados con saliva, tos, e inhalación de gotas de saliva.

Es común que aparezca en niños y adolescentesEs común que aparezca en niños y adolescentes

El virus permanece en la saliva de la persona infectada durante la fase aguda de la enfermedad y meses después. El periodo de incubación varía dependiendo de la edad, en los niños suele situarse entre una y tres semanas; y en el adulto entre diez y cincuenta días. El virus entra a través de la vía orofaríngea, produciendo una infección que afecta característicamente a los ganglio linfáticos del cuello, amígdalas, bazo e hígado.

Se trata de una infección más frecuente en niños y adolescentes, pues la mayoría de los adultos están inmunizados. Y es que más del noventa por ciento de la población ha contraído esta infección alguna vez en su vida, sobre todo en edades tempranas, existe una mayor incidencia entre los 4 y los 12 años, lo que ocurre es que casi la mitad de los casos son asintomáticos o cursan con síntomas similares a una gripe.

Síntomas y tratamiento

Los síntomas de inicio son inespecíficos y de comienzo lento, fácilmente asociables a cualquier infección vírica respiratoria. Suele comenzar con fatiga, mal estar general, cefalea y dolor de garganta. En ocasiones puede aparecer fiebre, casi siempre alta durante diez o quince días, en forma de picos febriles. Junto con la fiebre aparece la inflamación de los ganglios linfáticos de ambos lados del cuello, casi en la totalidad de los pacientes. A la inflamación de las amígdalas hay que sumar la formación de placas blanco-grisáceas y exudado.

En la mitad de los pacientes aparece esplenomegalia, inflamación del bazo. Y en casi la totalidad una afectación del hígado, sin embargo, solo el diez por ciento se inflaman, fenómeno conocido como hepatomegalia. Lo normal es que si no aparecen complicaciones el paciente se recupere totalmente en dos o cuatro semanas, aunque existen casos que por diversas circunstancias presentan un síndrome de fatiga crónica extrema, acompañada de faringitis, linfadenopatía (inflamación ganglionar) y debilidad muscular.

El diagnóstico suele realizarse principalmente por la clínica a lo que se suma una analítica de sangre, en los que se analiza la presencia y número de anticuerpos para descartar fase aguda de infección pasada. No es inusual que en los niños la elevación de anticuerpos no tenga lugar.

El tratamiento es sintomático. Consiste principalmente en antipiréticos, antiinflamatorios y analgésicos. Los corticoides se reservan para tratar las complicaciones más graves. Y los antibióticos se usan en caso de complicaciones bacterianas. Se recomienda reposo, buena hidratación y hacer gárgaras con agua caliente y sal para aliviar el dolor de garganta.

La mononucleosis infecciosa es conocida comúnmente por el nombre de la enfermedad del besoLa mononucleosis infecciosa es conocida comúnmente por el nombre de la enfermedad del beso

El origen de su nombre y otras curiosidades

La mononucleosis infecciosa es conocida comúnmente por el nombre de la enfermedad del beso, aunque también se la conoce como fiebre de los enamorados. La razón se debe al modo de contagio, principalmente la saliva, por lo que se dice que los besos son la principal maneras de transmitirla; sin embargo, hay muchas otras maneras, beber de un mismo baso, compartir utensilios como los cubiertos, es estornudo o la tos. Incluso existen casos a través de la transfusión de sangre.

El virus que la provoca fue descubierto en 1964 y sólo afecta a humanos. No precisa aislamiento ni cuarentena. Existe una relación muy estrecha entre la enfermedad y el estado de salud de la persona. La personas inmunodeprimidas o con deficiencias inmunológicas son más propensas a contraer la mononucleosis. Por otro lado, si nuestro sistema inmunitario se encentra fuerte, igualmente podemos contraer mononucleosis infecciosa pero su virulencia y complicaciones serán menores.

En una casi totalidad de los casos la infección se cura sin secuelas, pero en un uno por ciento de las ocasiones aparece un agotamiento crónico como consecuencia de la fiebre ganglionar de Pfeiffer.

Es importante saber que hasta dieciocho meses después de superar el episodio de mononucleosis infecciosa podemos transmitir la enfermedad. Incluso podemos convertirnos en portadores crónicos sufriendo episodios de manera intermitente el resto de nuestra vida; pues el virus no desaparece, sino que permanece inactivo en nuestro cuerpo, pudiendo reactivarse en determinadas circunstancias como bajada de defensas.

¿Cómo prevenir la mononucleosis?

Aunque nadie está exento de contraerla y la propagación es igual a la de cualquier persona con infección respiratoria existen algunas recomendaciones que reducen el riesgo. Si una persona cercana a ti padece mononucleosis infecciosa la clave es evitar el contacto íntimo, como los besos. Igualmente compartir utensilios como vasos, platos, cubiertos... favorece el contagio. Éstos deben lavarse a conciencia antes y después de su uso.

El contacto directo y cercano con la persona infectada favorece la transmisión, se debe evitar pasar demasiado tiempo en espacios reducidos en compañía de personas con mononucleosis o con sospechas. Los ambientes secos y cerrados favorecen el contagio, al igual que la tos y el estornudo, por lo que la persona afectada debe taparse la boca al hacerlo, pero ojo, no con la mano pues el virus puede trasmitirse posteriormente con el contacto físico con otra persona o con utensilios como el pomo de una puerta, sino con el codo.

La higiene de manos con agua caliente y jabón es muy importante, evitará la transmisión por el contacto físico o al tocar objetos. No es necesario aislar a la persona afectada de mononucleosis infecciosa pues la mayoría de los adultos son inmunes. La infección del virus otorga una inmunidad de por vida, y es más benigna en los niños por lo que no se debe tener miedo a que mantengan contacto con personas infectadas.

Un sistema inmunitario sano es muy importante para prevenir y luchar contra la mononucleosis infecciosa. Por tanto, una dieta saludable y variada fortalece nuestras defensas. Los alimentos ricos en vitaminas A, C y E, son especialmente indicados para ayudar a nuestro sistema inmunológico. Los encontrarás en zanahorias, pimientos, naranjas, kiwis, aceites vegetales... Entre los minerales destacamos el hierro, el zinc y el selenio, fáciles de encontrar en la carne y legumbres, cereales y pescado, respectivamente.

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