Tanto en la vida laboral, como en la personal, un exceso de tareas, incertidumbre, de tiempo continuado dedicado a la misma labor, la presión, etc., son factores que favorecen el desarrollo de estrés. Además, si al final del día hemos dejado tareas sin cumplir, sentiremos ansiedad porque nos culparemos a nosotros o a los demás se no haber podido hacerlas, y la falta de orden no nos dejará repasar con calma el día y reorganizarnos para el día siguiente.
El estrés en sí no es malo, es una respuesta del organismo que nos activa y nos pone en alerta ante cualquier situación que nos está presionando. En cantidades bajas nos permite trabajar con cierta concentración y actividad, pero, en exceso, produce el efecto contrario. Y un estrés continuado en el tiempo nos traerá, seguro, serios problemas de salud.
Objetivos claros y asumibles
Organizar nuestro día a día, tanto en el trabajo como en la vida diaria, nos permite establecer unos objetivos claros y realistas, asumibles. Escapamos así de la incertidumbre y la frustración, además nos permitirá realizar las tareas más relajados y dando lugar a la creatividad: no podemos pensar bien si estamos atareados, nos bloqueamos. No debemos olvidar que para el éxito en el ámbito laboral, de estudio y también el personal, el tiempo dedicado a despejar la mente y el cuerpo, así como a dormir y alimentarnos correctamente, son tan importantes como el tiempo dedicado en sí a las tareas. Nos permitirá trabajar más rápido, con mayor concentración y con las ideas más claras, y la única forma de comprobarlo es probando.
En el ámbito laboral y/o escolar/universitario, este orden deberá ser más minucioso que en la vida personal, porque no debemos poner horarios a las personas de nuestro alrededor, pero cierto orden sí que nos ayudará en muchas tareas. Sobre todo, nos permitirá disfrutar de horas de descanso, que de otra manera es muy probable que ocupáramos con más trabajo u obligaciones.
1. Hazte con una agenda
Claramente, este es el primer consejo para ordenar nuestro día a día. Puede ser una clásica agenda de papel, una app del móvil, un programa del ordenador o cualquier cosa que nos permita organizarnos de la manera que sea más cómoda para nosotros.
2. Revisa la agenda cada mañana
Hay actividades que programaremos a medio plazo, por ejemplo, lo que haremos durante el resto de la semana. Sin embargo organiza y readapta tu horario al inicio de cada jornada para adaptarlo al nuevo día, y los cambios imprevistos que hayan surgido.
3. No te agobies con los horarios
No conviertas la organización en un nuevo elemento estresante, por tanto, no seas excesivamente rígido con el cumplimiento de tus horarios ni las tareas. Deja siempre lugar al imprevisto, es común que ocurran hechos que no esperábamos y nos interrumpan el trabajo, por ello, no intentes ser demasiado exigente ni estableciendo tus tareas y objetivos, ni cumpliéndolos. Disfruta de la espontaneidad, y de las interrupciones de los demás.
4. Permite la introducción de pausas de 10-15 minutos cada 2 horas
Descansará el cuerpo y la mente, y evitará que te sobrecargues. Además, en estos descansos estaremos aprovechando para cambiar de postura, estirarnos un poco y prevenir lesiones derivadas de ciertas posturas.
5. Procura tener nos horarios fijos para cada tipo de actividad.
Por ejemplo, los horarios de descanso, de comida, de trabajo, de tareas del hogar, etc. Tener unos horarios más o menso marcados es muy beneficioso para el cuerpo y para la mente, nos adaptamos a ese ritmo y, así, nos facilita ir cumpliéndolo día a día, combatiendo a nuestra enemiga la pereza.
6. Lleva el orden también a tu entorno
En el trabajo, limpia tu escritorio de cosas que no necesites y ordénalo, cada cosa tiene un lugar y saber dónde se encuentra te hará perder menos tiempo buscándolo. En casa igual, no podemos estar relajados en un hogar desordenado, así como tampoco podemos estudiar en una habitación caótica. Nos distrae y no permite tener bien a mano e identificadas las cosas que necesitaremos para nuestro rato de estudio.
7. Establece prioridades
Para las diferentes tareas que tengamos que realizar, piensa cuáles son más significativas y urgentes y dales más importancia. No pospongas tareas importantes aunque sean más tediosas, descubrirás que cuando las quitas de en medio pronto, la satisfacción es mayor.
8. Subdivide las tareas más complejas en subtareas
Así, convertiremos objetivos muy amplios y complejos, en objetivos más claros y asumibles, como decíamos al principio. Por ejemplo "Terminar lo atrasado de la semana pasada en el trabajo" es un objetivo difuso y, seguramente, largo si tenemos mucho atrasado. Lo cambiaremos por: "Hoy redactar los dos informes más urgentes que he dejado atrasados"; "Mañana llamar por teléfono a las 2 personas que no había llamado para consultar tal asunto", etc. Irás completándola poco a poco y evitarás el agobio y el estrés de hacerlo a última hora.
9. Se acabaron las comidas rápidas para salir del paso
Si eres tú quien se prepara la comida, dedica tiempo a cocinar platos nutritivos y que te aporten todo lo que necesitas para tener energía, sobre todo en el desayuno. Huye de las comidas pre cocinadas, hay un sinfín de platos rápidos y nutritivos esperándote. Alimentarse bien es clave para tener éxito en todo.
10. Establece horas de descanso, sobre todo al final del día
Dedícalas a actividades de ocio, como jugar con tus hijos, charlar con tu pareja o alguien de tu hogar, leer, ver la televisión, escuchar música, realizar ejercicios de relajación, etc. Cualquier cosa placentera y que, además, te relaje. Esto te ayudará a dormir mejor y a tener la mente más despejada.
11. Delega o anula algunas de tus tareas
No podemos acapararlo todo, aunque pensemos que nosotros manejamos mejor las situaciones. Pide ayuda, si es posible, a compañeros en el trabajo o a otras personas de tu hogar para hacer aquello con lo que no puedas. También debemos aprender a rechazar peticiones de los demás que no puedas cumplir, haciéndelos entender que no tenemos tiempo.
12. Cuando termines el día, repasa lo que has conseguido
Sentirás una enorme satisfacción, tranquilidad y alivio. Si ha quedado alguna tarea sin realizar, no sentirás la ansiedad que se te generaba antes, porque ahora sabes lo que hiciste, por qué, y por qué era imposible cumplir hoy todo lo que tenías programado.
Verás que, habiendo organizado el día, en realidad tienes mucho más tiempo del que esperabas. Te proponemos, entonces, introducir alguna actividad deportiva, aunque sea poco tiempo: caminar, correr, nadar, andar en bicicleta, etc. Si no, deja estas actividades para el fin de semana, pero el ejercicio es, junto a la organización, el mejor remedio para el estrés.