Para muchas personas, la comida es una vía de escape para sus problemas. Algo cotidiano como enfrentarte en el día a día contra el estrés o la ansiedad acaba convirtiéndose en una pesadilla cuando se recurren a soluciones que acaban siendo perjudiciales para la salud. Refugiarse en la comida, por ejemplo, es un trastorno que convierte a una persona con un problema de adicción a la comida e incapaz de frenar sus impulsos.
Como este ejemplo anterior, hay cientos de situaciones en los que una persona acaba convirtiéndose en un adicto a la comida. Aunque la que más se repite es aquella en la que uno evade sus problemas comiendo hasta no poder más, lo cierto es que todas tienen una misma cura y esa no es otra más que aceptar el problema y tomar medidas. ¿Y qué se puede hacer si descubres que eres un adicto a la comida? Atento a los siguientes consejos para conseguir superar tu adicción a la comida:
Elimina progresivamente los aditivos
Los alimentos dulces y/o procesados son aquellos que más se consumen cuando una persona se encuentra en un estado emocionalmente flojo. Este tipo de comida, además de resultar perjudicial para tu salud si abusas de ella, no aporta nada de nutrientes y solo crea más problemas. Para evitar caer en la tentación de la bollería industrial o de la comida rápida, elimina poco a poco todos los alimentos procesados.
Sustituye estos productos por otros más saludables y permítete hacer una comida de la "lista negra" una vez a la semana solo para matar el gusanillo. Hacer este cambio supondrá un cambio notorio en tu humor pues estarás satisfecho con tu capacidad de autocontrol y esto es una de las mayores motivaciones para continuar por el buen camino así que... ¡sigue así!
Diferencia entre hambre y apetito
Si eres un adicto a la comida y quieres llevarte algo de comer a la boca sí o sí, es hora de que te replantees una cosa: ¿ es hambre o es gula lo que sientes? El hambre es la sensación que una persona experimenta y cuya aparición la genera el propio cuerpo pues es este el que demanda una ingesta de calorías y energía para seguir funcionando correctamente.
El apetito, al contrario que el hambre, es una sensación que aparece provocada por las emociones. Generalmente, cuando una persona se encuentra desocupada, angustiada, aburrida o hasta arriba de preocupaciones, tienen a asociar un alivio a todos estos problemas con la comida, y cuanto más insana y procesada sea, mejor. El hambre ayuda a que nuestro cuerpo funcione mientras que el apetito simplemente hace que comamos cuando no hay necesidad y puede llevar a un problema de adicción a la comida.
El apetito es lo que causa esos kilos de más pues se come de manera irracional e impulsiva. Aprender a identificar si se tiene hambre o gula será un importante paso para poder dejar los malos hábitos y centrarnos en una ingesta sana y correcta. Sé honesto contigo mismo y pregúntate si realmente estás comiendo algo sano y porque tu cuerpo, y no tus emociones, te lo pide.
Modifica tu estilo de vida
Si tienes un ritmo de vida en el que el estrés y las preocupaciones diarias son el pan de cada día, intenta que, al menos durante una hora en el día, te dediques un rato a ti mismo. Intenta hacer deporte o actividades como yoga para relajarte y eliminar de tu mente todos esos malos pensamientos que te crean angustia y por los cuales acabas vaciando la nevera en un intenso de mitigarlos.
Está demostrado que hacer ejercicio o cualquier otra actividad que propicie la relajación del cuerpo y de la mente hace que una persona esté feliz y motivada con sus objetivos. Recuerda que, una vez hayas aceptado que tienes un problema de adicción a la comida, que si quieres arreglar esa situación, una buena opción es apuntarte a hacer ejercicio. Tu cuerpo te lo agradecerá, estarás más sano, cambiará tu estilo de vida y también tu forma de enfrentarte a los problemas.