El estrés no es otra cosa que cansancio mental. Suele estar producido por situaciones en las que el nivel de exigencia es mucho mayor al habitual y también por aquellas en las que se encuentra en peligro la integridad física. En su justa medida es bueno, porque prepara tu cuerpo para que sea capaz de responder de forma eficaz ante determinados retos. El problema viene cuando te expones a él durante un periodo de tiempo muy prolongado. Es entonces cuando empieza a tener consecuencias para tu salud y para tus relaciones con el entorno. ¿Quieres saber cómo reconocerlo y qué hacer cuando estés estresado? Sigue leyendo.
Cómo identificar el estrés
Si estás estresado te sentirás nervioso, es posible que sientas la necesidad de comer a todas horas aunque no tengas hambre, estarás irritable y malhumorado y sufres ataques de ansiedad. Puedes sentir cierta dificultad para concentrarte en una sola tarea al mismo tiempo, sufrirás olvidos frecuentes. Es muy común pensar que no eres capaz de realizar un trabajo o una labor en el tiempo establecido para ello.
También puedes tener estrés si observas cierta dificultad para expresarte adecuadamente. Esto se debe a que multitud de pensamientos se agolpan en tu mente. Te puede dar un ataque de risa nerviosa o quizá sientas dolor en las mandíbulas al levantarte, porque las aprietas por las noches con fuerza. Son comunes la respiración agitada, el insomnio y las palpitaciones así como el dolor de cabeza y las contracturas en el cuello y la espalda
Lo que te estresa
Hay muchos factores que pueden influir en tu bienestar emocional y que pueden estar causándote todos esos síntomas. Lo más probable es que varios de ellos se estén dando al mismo tiempo, pero es importante saber qué tipo de situaciones pueden provocarte estrés. Algunas no podrás evitarlas porque forman parte de la vida cotidiana, pero estarás preparado para evitar que te afecten de la misma manera.
Una mudanza, la organización de una boda, la creación de tu propia empresa, inseguridad laboral, quedarte embarazada, problemas familiares... son de las que más pueden afectarte. Llegar tarde al trabajo, no tener ropa limpia que ponerte, el tráfico, una discusión con tu pareja también causan estrés pero lo hacen en menor medida.
Es importante que reflexiones acerca de las causas de tu estrés. Así podrás minimizar su efecto, bien evitándolas o bien tomando medidas paliativas a diario.
¿Qué tipo de estrés tengo?
Hay dos tipos diferentes de estrés: el agudo y el crónico. El estrés agudo es aquel que aparece en un momento puntual y desaparece en un corto periodo de tiempo. Es la forma más común de estrés y no tiene porqué ser perjudicial para tu salud. Todas las personas sienten este tipo de estrés en algún momento de su vida (incluso del día).
El problema viene cuando esas situaciones se prolongan en el tiempo y el estrés se convierte en crónico. Siempre estás nervioso porque hay que no está en orden: pueden ser problemas laborales, económicos o emocionales. Antes de que la situación empeore hay que ponerle remedio. Si no puedes hacerlo solo, recurrir a un especialista será tu mejor opción. Un psicoterapeuta te ayudará a controlar el estrés y los ataques de ansiedad cuando el caso sea grave.
Sus consecuencias
En casos de estrés crónico, el cuerpo se mantiene siempre alerta (con tensión en los músculos, gran actividad mental, aumento de la presión arterial) y esto puede tener consecuencias para tu estado de salud. El estrés genera ansiedad, depresión, diabetes, problemas en la piel (alergias, irritación, acné, eczema...), obesidad, hipertensión y un largo etcétera que siempre influye de forma negativa en tu bienestar emocional y físico.
Además, cuando se padece algún tipo de enfermedad, el estrés no hace otra cosa que aumentar sus efectos. Por eso es importante que aprendas a mantenerlo a raya.
¡Pónle remedio!
Puedes reducir tus niveles de ansiedad de forma natural para sentirte mejor. Para ello, lo primero es que tomes consciencia de la situación y trates de arreglar lo que no encaja. Por ejemplo, si es tu relación de pareja la que te está provocando esa sensación debes sentarte con tu chico o chica e intentar buscar una solución para lo que te está pasando.
Tu estrés también puede deberse al trabajo. Quizá tengas demasiadas tareas asignadas y sientas que no llegas a todo. Si no hay posibilidad de que tengas un ayudante debes priorizar. Busca formas de ser más eficiente y descansa de vez en cuando. Aunque te parezca que pierdas el tiempo, después estarás mucho más centrado y tu trabajo será mejor.
Sin embargo, existen ciertas situaciones que no podemos controlar y que nos hacen padecerlo día a día en una medida o en otra. Para estos casos, lo mejor es dedicar algo de tiempo a nuestro bienestar emocional. Si estás estresado probablemente pienses que no puedes bajar el ritmo ni un segundo porque no vas a llegar a todo. Como decíamos antes, hay que priorizar. ¿Qué es más importante: tender la ropa o tu salud?
Técnicas como la meditación y el Mindfulness pueden hacer mucho por ti. Si las practicas con frecuencia conseguirás disminuir tus niveles de ansiedad de forma considerable. Cada vez que sientas que te quedas sin aire, ve a un lugar tranquilo (pueden ser los baños de la oficina, tu coche o la calle) e intenta respirar hondo por la nariz. Trata de dejar la mente en blanco, es complicado pero con la práctica se domina. Siempre que te venga un pensamiento, déjalo ir. Tan solo hacen falta unos minutos para reducir tu nerviosismo.
Practicar algún deporte siempre es beneficioso en estos casos. Da igual el que elijas porque mientras lo hagas liberarás tu mente de todas las preocupaciones que te acosan a diario. Puedes optar entre deportes de alto rendimiento, como el spinning, que dejarán físicamente agotada, o aquellos que como el yoga se basan en la calma interior. Elige el que mejor se adapte a tu forma de ser y saca tiempo de donde no lo hay por tu propio bienestar emocional y físico.