¿Eres de esas personas que tienen la sensación de tener hambre constantemente? ¿Crees que por mucho que comas para tu estómago nunca es suficiente? Tranquilo, no estás solo, como tú hay muchas personas más que piensan que su estomago es infinito o que tiene un agujero incapaz de ser llenado. En el artículo de hoy te explicaremos cuales son los motivos por los que puedes sentirte así y qué hacer para evitarlo.
¿Comes poco?
Puede que esta pregunta te resulte obvia, pero lo cierto es que en ocasiones no somos consciente de que podemos estar comiendo menos de lo que deberíamos. Quizás tu ritmo de vida es muy acelerado o trabajas mucho en el gimnasio lo que hace que gastes una buena cantidad de energía que se traduce en cansancio físico y por supuesto en hambre.
En ocasiones esto también se puede deber a que lo que comes no te aporta la suficiente cantidad de vitaminas y nutrientes que necesita tu cuerpo, por lo que, aunque ingieras comida regularmente si no le das a tu organismo lo que necesita, seguirás teniendo hambre.
Una buena solución para que conozcas si lo que estás consumiendo es suficiente para tu cuerpo es que lleves una lista de los alimentos que tomas. Esto hoy en día es muy fácil ya que hay muchas aplicaciones para el móvil que te pueden ayudar a saber la cantidad diaria de proteína, carbohidratos, grasas y vitaminas que ingieres y cual es la recomendable para tu sexo, peso y altura.
No bebes suficiente agua
Aunque parezca una tontería, la mayoría de las veces confundimos el hambre con la sed. La razón es sencilla, el hipotálamo, la parte más importante del centro de control del sistema nervioso, es la encargada de transmitirnos señales tanto de hambre como de sed. Cuando no bebemos la cantidad de agua suficiente, el hipotálamo envía señales confusas a nuestro cerebro, lo que puede hacer que comience a rugirte el estómago o a tener la sensación de que tienes mucha hambre. Asegúrate de que cuando sientas esa sensación tan repentina y fuerte de hambre no sea porque tiene sed, para esto, antes de comer nada prueba a beberte un vaso de agua y a esperar unos minutos.
DUERMES POCO
Dormir poco o no lo suficiente afecta en gran medida a que tengamos sensación de hambre. Esto se debe a que la falta de sueño reduce los niveles de la hormona leptina que es la responsable de suprimir la sensación de hambre y al mismo tiempo eleva los niveles de grelina, la hormana que estimula el apetito. Es por esto por lo que quizás la culpable de que tu dieta se vea frustrada no sea completamente tuya, sino que se deba a la falta de sueño.
Es probable que si alguna vez has leído algún articulo sobre nutrición y sobre bajada de peso te hayas topado siempre con el mismo consejo: duerme al menos 8 horas diarias. Esto no te lo dicen porque dormir menos engorde sino porque cuanta mas falta de sueño tengas más jugará tu cabeza contigo y te hará querer comer más.
Estás aburrido
En ocasiones es muy difícil distinguir si realmente tenemos hambre o si estamos aburridos. Si te paras a pensarlo y lo único que te apetecen son chucherías, patatas o algún tipo de comida basura y ni te planteas comerte una manzana, aunque sea lo único que tienes en la nevera, debemos decirte que no tienes hambre, sino que estás aburrido. Prueba a distraerte leyendo un libro, viendo una serie, o saliendo con amigos, si la sensación desaparece o te olvidas sabrás que simplemente estabas aburrido.
Comes demasiado rápido
Cuando tenemos poco tiempo para comer o estamos muy liados, solemos pecar de comer muy rápido, esto puede hacer que ingieras más calorías de las necesarias y que te quedes con sensación de hambre al no dejarle a tu cuerpo que repose lo que ha comido y sigas dándole más alimentos. Lo mejor que puedes hacer es comer despacio y masticar bien, al menos 15 veces por porción. Lo recomendable es que te tomes al menos 20 minutos para comer ya que ese es tiempo suficiente para que tu cerebro se dé cuenta si está lleno o si necesita más comida.
Te saltas comidas
Esta es una de las causas principales del hambre y es que si se nos pegan las sabanas y ya no desayunamos, si prácticamente no comemos porque tenemos prisa y llega la merienda y queremos comernos una vaca, no nos extraña que te mueras de hambre. Lo ideal es hacer 5 comidas al día, 4 como poco. Esto no significa que tengamos que tomarnos un plató enorme de alimentos en cada comida, solamente debemos repartir adecuadamente la cantidad y los alimentos. Es primordial que desayunemos, comamos, merendemos y cenemos, pero lo aconsejado es que entre el desayuno y la comida tomemos unos frutos secos, una fruta o cualquier alimento ligero para paliar el hambre antes de que sea la comida.